miércoles, 18 de octubre de 2017

PAUL CLODEL PAN DURO ......POR RITA AMODEI

REFLEXIONES SOBRE LA TRILOGÍA DE CLAUDEL EL REHÉN, EL PAN DURO, EL PADRE HUMILLADO Viviana Dreidemie (*) Jornadas "Jacques Lacan y los escritores". Escuela Freudiana de Buenos Aires, 2004. Las reflexiones que voy a bosquejar hoy, parten de interrogantes sobre el Seminario de Jacques Lacan: La transferencia centradas en las tres obras teatrales del poeta Paul Claudel: El rehén, El pan duro y El padre humillado. ¿Por qué Lacan incluye la trilogía de Claudel en ese seminario? ¿En qué nos atañe su riqueza? Dentro de la estrategia textual de Lacan que se sostiene de creaciones literarias, las obras de Claudel nos sumergen en los temas del amor, el deseo y la muerte. Los conceptos, trabajados en forma deslumbrante, los articulará, no sólo con el lugar del analista en la transferencia, sino, de manera privilegiada, con la forma de transmisión, de una generación a la siguiente, de aquello que cumple función de trama que anuda a las generaciones, detectando las reglas que le dan rigor. He seleccionado la estructura que está en juego en esa transmisión de la primera a la siguiente generación. Tomaré de las obras, que cubren tres generaciones, esa estructura que se repite. Los padres de Sygne murieron decapitados, así como los de su amado, su primo Jorge de Coûfontaine. La presencia del escudo de la familia y la preeminencia de un antiguo crucifijo, es un modo en el que el poeta presenta la posición de los Coûfontaine. Nobles que perdieron sus tierras, su feudo, su herencia al mismo tiempo que a sus padres por la Revolución Francesa. La divisa del escudo es: ¡Coûfontaine adsum! ¡Coûfontaine aquí estoy! Claudel da sentido a los apellidos de sus personajes. Así podemos, amparándonos en él, escuchar: Cou, cuello; fontaine, fuente, clara referencia al bautismo de sangre que padecieron Sygne y Jorge de Coufontaine. Sygne asume la recuperación de su heredad. Sin saber que su amado primo escondió en su casa al Papa Pío, asume también, al enterarse, protegerlo. Es el Barón Toussaint de Turelure, hijo de sirvientes de sus padres y partícipe de la muerte de los Coûfontaine, quien somete a Sygne a una cruel extorsión: o le entrega al Papa Pío, o se casa con él que codicia desde su infancia, la sangre, el nombre y los bienes de los Coûfontaine. Salvar al Padre de la Iglesia parece estar en manos de Sygne. Es otro padre de la Iglesia, el abate Badilon quien, con un discurso equívoco, perverso, la precipita al acto sacrificial. Sygne sin sospechar de ese discurso, acepta ese casamiento brutal con alguien que, verdaderamente, le repugna. A partir de ese acto, Sygne queda arrasada como sujeto deseante, y su palabra violada por ella misma. Renuncia a Jorge de Coûfontaine al declinar todas sus promesas de amor y, al hacerlo, comete una traición contra sus principios éticos. Se casa con Toussaint Turelure, Tout-saint, "todo santo". Es una ironía poética. Sygne tiene un hijo, Louis. ¿Desea verlo? ¿Desea participar del bautismo? El cuerpo de Sygne contesta no. ¿De qué manera? Lacan asocia al silencio del fenómeno psicosomático un tic, donde debemos encontrar la marca del significante. Signo que surge en Sygne, incontrolable, rebelde: su cabeza se mueve como si dijera "no". En silencio, sin saber, dice "no". El significante está cautivo. El cuerpo de Sygne, con ese tic, intenta recuperar la dignidad perdida, tiene por tanto importante valor para el ser del sujeto. Lo trágico continúa. En un cruce de disparos entre Jorge y Turelure, Sygne, en un acto que denota un puro deseo de muerte, interpone su cuerpo para proteger a su odiado marido y recibe la bala que iba dirigida a él. Su primo, fallece también. Sygne muere expresando "no" con la cabeza al abate Badilón, -el que la precipitó en su desgracia-, "no" a ser perdonada, "no" a perdonar, y por ese acto, se coloca fuera de la fe católica. En el colmo de la desolación dice "no" a Dios mismo. Para Sygne el cielo es un cielo vacío.
Pasemos ahora al análisis estructural del destino trágico de la protagonista. Todo padre está presentificado en posición de rehén.¿Rehén de quién o de qué? Podríamos contestar: de su goce. Padre que, en el colmo del goce sobre el hijo, es, a su vez, rehén, prisionero de ese goce. Esta es la estructura: "[...] se retira al sujeto su deseo, y, a cambio, se lo envía al mercado donde pasa a la subasta general", dice con crudeza Lacan. Más adelante: "La castración es, en suma, algo fabricado así [...]" ¿Qué le impide a Sygne rehusarse a esa figura trágica del destino, ya que renuncia al amor, a la dignidad espartana que detenta, y a la vida misma? Para intentar una respuesta debemos plantear el concepto freudiano de Versagung, que al ser mal traducido como "frustración", nos privó de la idea de Versagung como "rehusamiento" que Lacan nos propone a partir de Freud. El padre, al dictar la ley de prohibición del incesto, prohibe a la madre introyectar su producto, prohibe al hijo el incesto con la madre e instituye, en ese tiempo original, rehusarse a sí mismo gozar de su hijo. Es la Versagung original, constitutiva. Posibilidad que todo hijo debe disponer. El logro de esta función de rehusamiento, como el de todas, no se cumple acabadamente. "Todo padre "[...] es discordante entre lo percibido por el sujeto a nivel de lo real y esta función simbólica", dice Lacan. Es lo que conocemos como père-versión, versión más o menos fallida en el rehusamiento del goce del padre hacia el hijo como objeto. Es lo que Claudel llama "padre humillado". Toda resolución de una neurosis, con sus diferentes modos, está marcada por este déficit. ¿De qué manera estamos implicados en nuestro ser de sujeto en el acto analítico? Lacan enriquece el psicoanálisis también al articular la función de rehusamiento al lugar del analista en la transferencia. Allí diferencia la Versagung freudiana de su concepción "lacaniana", llamando a ésta última: "Versagung específica". Partiendo de la Regla de abstinencia freudiana nos enseña que el analista se mueve en la transferencia "todo el tiempo" en el campo del rehusamiento. ¿Qué rehusa el analista? De una de las enseñanzas que Lacan extrae de El banquete, de Platón, el analista rehusa mostrarse deseable, y, en relación con la angustia que puede presentarse en él en tanto su ser está allí comprometido, rehusa su angustia en el tratamiento que conduce. Sagen es lo dicho, la enunciación. Lo que permite al sujeto la función propiciatoria del rehusamiento es la emergencia del significante en lo dicho. El saber o no saber marca la diferencia entre cierta indefensión ante el peso de la Até parental que lo precede, figura del destino que acentúa la deuda del sujeto, y el saber que, de la mano de la verdad, modifican en un punto la estructura: cambian la relación del sujeto con el deseo. El analista entra en el destino del sujeto y con su acto, puede conmoverlo. Sygne cede en su deseo porque no dispone de la Versagung. Así, Thánatos predomina sobre Eros. Función fallida del rehusamiento en el padre, imposibilidad de la hija de torcer el destino. "Ceder en su deseo es de lo único que uno se arrepiente en el momento de la muerte", dijo Lacan. (1) "Ceder" que, en el caso de Sygne de Coûfontaine, remite a padre "rehen" que falla en la Versagung constitutiva. Y, así como son muchos los padres que Claudel nos presenta en esta bellísima obra, cada uno de ellos es rehén de un modo singular. Descubrir esas diferencias será motivo de otro trabajo. Muchas gracias. NOTAS (*) Nota: las citas de Jacques Lacan pertenecen al Seminario La transferencia, clases 10, 19, 20, 23 y 27 del año 1961. (1) Trabajo presentado en las Jornadas Aniversario de $eminario Psicoanalítico, Tucumán, 28 de Agosto de 2004.

el ACTOR y la MASCARA - demostración pedagógica completa

Demostración pedagógica Ana Vazquez de Castro y Donato Sartori